DE TRAZOS Y TRAZADOS
Una reflexión sobre dibujar y viajar
Angel Pérez Mora
Arquitecto, Escritor y Fundador de deciudad.es
Dibujo de Paisaje de W. Goethe. Viaje a Italia.
DEL VIAJE
Para descubrir, es preciso buscar y para encontrar, es necesario primero perderse. En el viaje, el explorador individual, que hay en nosotros, encuentra “su mundo” a medida que va abandonando “su lugar de toda la vida”.
Cada vez que empezamos un viaje, nos desprendemos de nuestras rutinas, por eso nos sentimos libres nada más iniciarlo. En esa libertad, nos disponemos más abiertos a lo novedoso, a lo desconocido. Tras su viaje a Italia, Goethe muestra que ir de viaje es aprender a ver las cosas tal como son.
Dibujo de paisaje de W.Goethe. Viaje a Italia
Al salir de nuestro mundo, se despiertan nuestros sentidos. Nuestra percepción tiene lugar no como un hecho aislado, sino como suma de color, luz, textura, sonidos y recuerdos,… Durante un viaje es más fácil dilucidar entre realidad y circunstancia, dentro de esa experiencia enmarañada en la que percibimos, como dijera Steven Holl.
El viaje, es pura acción; en él, espacio y tiempo entran en relación. Sentimos la tierra bajo nuestros pies y así construimos los lugares que atravesamos. El viaje es el acto paradigmático del descubrir. Viajar es explorar y la acción de explorar es creativa. En ella se abre el mundo a nosotros, se disuelven los objetos, se descolocan los lugares para volverse acontecimientos dinámicos.
Por eso hay cierto vértigo en cada viaje, pues lo hasta entonces conocido, ante nosotros se expande. Podemos decir que en la exploración, entramos en estado de trance. Y en esa sucesión de acontecimientos que implica el viajar y el descubrir, el viajero precisa de un acompañante ligero, al que asirse en la vorágine, con el que poder reflejar lo instantáneo y congelar lo descubierto. Para ello, nada como el dibujo.
En un instante, gracias al dibujo, podemos separar fácilmente lo más impactante de entre lo percibido: el contraste de luz en el umbral de una edificación; la continuidad de lo impenetrable de un bosque; el aire bullicioso de una calle urbana; la quietud de un rincón de un parque y la amalgama de un paisaje urbano.
Al viajar, nos trazamos a nosotros sobre la tierra y la deconstruimos, fragmentándola a un lado y otro de nuestra trayectoria y en un antes y después según la hemos recorrido. En definitiva, lo que hacemos al viajar es trazar un camino sobre la tierra, dibujando sobre ella huellas con nuestro paso.
Lo que hacemos al viajar es trazar un camino sobre la tierra, ….dibujando sobre ella huellas con nuestro propio paso
En un corto viaje, con nuestro dibujo de apunte, podemos experimentar mejor la tierra si decidimos “apuntarla”, es decir dibujarla mientras la atravesamos. Con nuestra travesía experimentamos el espacio-tiempo, la realidad base de toda experiencia arquitectónica, que podemos hacer legible gracias a su deconstrucción, a su rotura en un continuo entrecortado, operada mediante nuestros apuntes seriados.
El viaje es considerado en nuestra cultura como un hecho iniciático: viaje de estudios, viaje de bodas, viaje de empresa,… Pero nosotros arquitectos necesitamos experimentar espacio y tiempo en trance, atravesar el lugar. Si nos acompañamos de un cuaderno, lo anotado y “apuntado”, puede ser además desencadenante de pensamientos y futuros recuerdos.
DEL CUADERNO DE VIAJE
J.W. Goethe era un hombre que se dedicaba a la poesía, pero que sin embargo amaba y cuidaba el dibujo por cómo este, según sus palabras, ayudaba a su ojo en el ejercitarse en la comprensión de todas las formas posibles. Álvaro Siza nos alerta sobre la ventaja del dibujar al viajar:
“….en una pausa de un verdadero viaje, los ojos y a través de ellos la mente, ganan capacidades insospechadas. Aprendemos desmedidamente y lo que aprendemos reaparece disuelto en las líneas que después trazamos….”. 2
Dibujos esquemáticos de grandes arcos de L.I. Kahn a partir de unos apuntes de una catedral, de Viaje a Europa
Apunte del Panteón de Roma desde la plaza de Minerva. Álvaro Siza
Muchos más viajeros de los que creemos dibujan en sus viajes. No son solo arquitectos, lo hacen también los poetas. Federico García Lorca sobre un pequeño cuaderno dibujaba apuntes de Madrid y Nueva york al visitarlos.
En los primeros años de nuestra escuela de arquitectura de Málaga, hemos insistido al alumno en una práctica que consiste en acompañar sus experiencias con su propio dibujo. Creo que así, unos más, otros menos, todos han aprendido a no considerar el dibujo como un objetivo en si mismo.
Desde esta reflexión, queremos transmitir que el dibujo es para el arquitecto un medio, como nos señaló Luis Kahn:
“…no importa si una acuarela es precisa, suelta o anodina; si revela algún propósito, ya tiene valor…”3.
Y es que, además de aquello que estamos viendo, en nuestro dibujo puede tener cabida lo que pensamos. Las ideas llegan de muy distintas maneras mientras trabajamos y pueden sobrevenir en nuestro papel, cuando en un dibujo de apuntes, comenzamos a realizar anotaciones al margen de lo observado y dibujado por nosotros.
Hay un momento que, en el calor del dibujo, podemos pasar inconscientemente de dibujar líneas que nacen de lo que vemos a dibujar trazos que no vemos y que sin embargo imaginamos ahí, entre las líneas que hemos dibujado a partir de lo observado. Puede que a nuestros trazos, más tarde unamos palabras y que después palabras y líneas se mezclen y de esa mezcla surjan nuevos trazos, trazos que ahora salen de nuestro pensamiento. Y puede que acabemos dibujando líneas que no están ya del lado de lo visible. Ahora nuestros dibujos se vuelven esquemas. A esto le hemos llamado ideación.
Dibujo de Apunte de la Gran vía de Madrid. Cuaderno de viaje de Federico García Lorca
Ideación y observación son dos acciones opuestas, que discurren entre, ojo, mente y papel en recorrido de ida y vuelta gracias a la herramienta de nuestro dibujo. Esta herramienta en nuestra mano, hace posible un viaje rápido hacia delante, de lo concreto a lo abstracto, y hacia atrás, de lo abstracto a lo concreto. Al dibujar hay algo de exploración del mundo que creemos conocido y observamos. Al dibujar hay algo que sirve para escrutar nuevos caminos desde lo que pensamos.
“Cada dibujo es una llave, tu llave… Y para cada llave hay dispuesta una cámara del tesoro” 1
Si, por último, examinamos el hecho físico del dibujo, constatamos que cada dibujo es resultado de una acción. Y que cuando hablamos de algo trazado sobre la tierra, implícitamente hablamos de huella y rastro. Huella y rastro son realidades fijadas a un material gracias a un mecanismo que consigue aquietar una acción, un movimiento que acompaña el marcar.
El dibujar se acompaña del movimiento de la mano. Su resultado nos sabe a final de un viaje. Iniciar un dibujo es realizar un viaje a lo observado para reconocerlo, es viajar a lo teóricamente conocido para perdernos y así redescubrirlo.
Paisaje de Félix Cuadrado.
DEL DIBUJO
Ante un papel en blanco, con un lápiz en mano, muchas veces transcurren unos segundos que sin embargo nos parecen horas. Unos lo llaman miedo al vacío, quizá sea más bien pánico lo que sentimos ante la inmensidad del mundo que se nos abre con cada nuevo dibujo.
Y es que cada vez que nos decidimos a empezar un dibujo, debemos cruzar un umbral que nos abre una profundidad en blanco. Antes de empezar, “todo cabe” dentro del espacio-papel que tenemos delante. Justo antes de nuestro primer trazo, cualquier cosa que esté ante nuestros ojos, cualquier idea que cruce nuestro pensamiento puede caber en un pequeño papel. Sobre un objeto visible, podemos detener nuestros ojos y tras agudizar nuestra mirada en él hacerlo extenso al tamaño de nuestro papel. Entonces, aparecerá el detalle.
Gracias al inmediato contraste que ofrece el papel dibujado a la mirada del que observa, se multiplica nuestra capacidad perceptiva. Ojo y papel trabajan juntos como un teleobjetivo. Por medio de nuestro dibujo, podemos construir detenidamente una visión de conjunto de lo que vemos y abarcar todo lo presente a nuestro campo, incluso lo imperceptible. Ahora, la suma ojo-papel es grado-angular. En uno y otro caso, al dibujar hacemos eso que hemos venido llamando dibujo de observación, dibujo de apunte. Con él, en un instante, podemos retratar fogonazos de la realidad sobre el papel en cualquier parte. El propio dibujo es vehículo de apropiación de ideas, que pueden ser fácilmente captadas y transportadas de un lugar a otro, gracias a la versatilidad y abstracción del dibujar. Es nuestro mejor medio para fijar, abstraer y aprehender de las realidades. Es la llave a la que aguarda un tesoro, como dijo Luis Martínez Santamaría. Por medio de nuestros apuntes, el dibujo puede ser para nosotros, puerta que nos abra nuevos caminos cuando viajamos. Pero nuestro dibujo puede ser también una ventana que se abra y multiplique horizontes. Tras recorrer dibujando los lugares atravesados en cada uno de nuestros viajes, nuestro dibujo puede convertirse en recuerdo de cada lugar visitado, congelado en las líneas de un papel. Y gracias a esa fijación definitiva al papel, puede ser ensoñación y sugerencia de nuevos lugares.
Dibujo de ideación. Sección de urbanización. Torre Valentina de J. A. coderch. Croquis de Ángel Pérez Mora.
Dibujos de Ideación. Museo de Naoshima, Croquis de Tadao Ando
Así, nuestros dibujos hacen de enlace entre lo que dibujando conocimos y los recuerdos que nos dejaron, además de ser llave, son ahora también: puerta y ventana.
Y son todo eso porque, en definitiva, nuestros dibujos no son más que simples marcas que hacemos sobre un papel y que después interpretamos. Gracias a ese alto grado de libertad, que el dibujar otorga, nuestro dibujo es desencadenante de juegos en nuestro pensamiento.
Nuestro dibujo es aguja rápida que enhebra asociaciones de ideas, desde las vibraciones de nuestros trazos. Vibraciones que en su acción y repetición, pueden ser avivadas como el fuego, y traernos resonancias entre viejos recuerdos y lugares nuevos por imaginar….
Citas bibliográficas
1.- Martínez Santamaría, Luis. Intersecciones. Editorial Rueda S.L. : Madrid 2004. Pág .38.
2.- Siza, Álvaro. Álvaro Siza. Esquissos de viagem, Oporto, Documentos de Arquitectura, 1988, p.41.
3.- Kahn, Luis. “ El valor y el propósito del dibujo.«The Value and Aim in Sketching«. Tomado de Times- Square Club Journal vol.1, n. 6. Mayo 1931. Pag. 19-21.